Todavía queda mucho por descubrir.
En física, cuando parece que hemos llegado al límite de lo muy grande o de lo muy pequeño, no tardamos en darnos cuenta de que no hemos hecho nada más que empezar. Surgen nuevas cuestiones y no queda más remedio que dar tiempo al tiempo para encontrar explicaciones lógicas que, necesariamente, han de ser sencillas porque la naturaleza es así, variada y aparentemente compleja, pero fundamentada en principios físicos muy simples.
Para intentar comprender esos principios, la ciencia requiere de modelos, es decir, ideas que surgen de la abstracción y que predicen algunas situaciones no demostradas ni observadas hasta el momento pero inspiradas, como no puede ser de otra manera, en la observación y en la experimentación previa. Cuando alguno de estos modelos es mayoritariamente reconocido por la comunidad científica, porque aporta soluciones que son válidas al menos durante un cierto tiempo, se le llama «paradigma». El significado actual de esta palabra fue propuesto por el filósofo y científico Thomas Kuhn en su libro de 1962 «La estructura de las revoluciones científicas«.
El cambio a un nuevo paradigma suele ser drástico en ciencia, no solo porque afecta a la teoría en vigor, sino porque además supone el cambio de toda la cosmovisión, como ocurrió con la física de finales del siglo XIX. Lord Kelvin, en 1900, dijo:
«No queda nada por ser descubierto en el campo de la física actualmente. Todo lo que falta son medidas más y más precisas»
Y, sin embargo, fueron varios los campos en los que se produjeron importantísimas revoluciones paradigmáticas durante el siglo XX, por ejemplo la cosmología relativista y la física cuántica.
Ya avanzado el siglo XXI, la relatividad soporta bien el paso del tiempo, pero no se puede decir lo mismo en el nivel de lo más pequeño. Ahí, un cambio de paradigma se hace necesario.
La «teoría de ruedas» que presento aquí, ha surgido gracias a la actual revolución de los medios de comunicación, que tiene mucho que ver con el gran desarrollo tecnológico propiciado por la física de los siglos XIX y XX, que ha hecho que la información, sobre casi cualquier asunto, circule por Internet y que todos podamos formarnos y asociar ideas, no solo los profesionales. En la mente del aficionado también puede surgir la intuición que proporcione la semilla de un modelo científico mejor que el actual y que dé nueva vida al razonamiento sobre el funcionamiento de la naturaleza.
Somos cada vez más las personas que ocupamos nuestro tiempo, de manera desinteresada, pensando soluciones alternativas a problemas cuyo debate esté abierto, tal es el caso del modelo estándar, y los modelos propuestos en el libro que divulgo en esta web son mi aportación para el inicio de un nuevo cambio de paradigma porque, si se demuestra acertada, se podrá dar explicación a todas las interacciones de la materia y la energía, recurriendo únicamente a la acción de dos grupos de fuerzas fundamentales: el electromagnetismo y la cromodinámica. Tal simplificación nos acercará un poco más a la unificación de la física. Por supuesto, no serán los modelos definitivos, serán únicamente los más recientes, pero ayudarán a crear nuevas tecnologías y a seguir avanzando durante algún tiempo, porque… todavía queda mucho por descubrir.