Éter es una palabra polisémica: en química sirve para designar a todo un grupo funcional (los éteres), el más conocido por el común de los mortales, por sus propiedades anestésicas, es el éter etílico (dietiléter); también existen una planta (Artemisia abrotanum) y un profeta jaredita con ese mismo nombre; en la mitología griega, Éter (la luz) rodeaba a Helios (el sol) por todas partes, por lo cual, sus filósofos no tuvieron que calentarse mucho la cabeza a la hora de nombrar lo que ellos imaginaron como el espacio ocupado por un elemento (también llamado éter) cuya pureza y brillo superaba a la del aire y se situaba por encima de éste.
Pero bueno… Está claro que, para esta entrada del blog, no nos interesa ninguna de estas acepciones, de modo que nos centraremos en lo que la física entiende, o ha entendido, por éter, con sus diferentes álias y apellidos.
Desde Aristóteles hasta pasado el Medioevo se refirieron al éter como “quintaesencia” (el quinto elemento junto con los cuatro elementos clásicos: tierra, fuego, agua y aire), una sustancia sutil que, en el Renacimiento, empezó a considerarse dotada de dinámicas propias, como en la teoría de vórtices de Descartes, y que, con la llegada de la mecánica newtoniana, en la Edad Moderna, se reinterpretó como algo estático o estacionario.
En el siglo XIX, al principio de la Edad Contemporánea, el “éter lumínico” resultaba imprescindible como medio transmisor de las ondas electromagnéticas, por tanto, la mayoría de los grandes físicos (Maxwel, Kelvin, Lorenz, etc.) no dudaban de su existencia como un fluido con propiedades ubicuas que rellenaba todo el espacio aparentemente vacío. Este tipo de éter también fue utilizado por Einstein para el desarrollo de una cosmovisión electromagnética, basada en otra de Lorentz, cuyos programas fueron finalmente abandonados, pues la negación del éter estacionario, como referencial absoluto, se impuso tras el experimento de Michelson-Morley, que tuvo resultado nulo al intentar detectar el movimiento de la Tierra respecto a éste.
Algunos científicos se negaron a descartar la idea de un éter y trabajaron en la búsqueda de hipótesis que explicaran el resultado del experimento, entre ellos Lorentz, que formuló, al mismo tiempo que FitzGerald, las famosas transformaciones matemáticas que demuestran que las distancias se contraen con la velocidad en la dirección paralela al movimiento. De modo que los brazos del interferómetro, utilizado para el experimento de Michelson-Morley, sufrirían una deformación tal que resultaría imposible detectar cualquier movimiento relativo en el seno del éter.
Paradójicamente, fueron estas ideas ( junto al principio de relatividad de Poincaré y a los cuantos de energía de Planck) las que llevaron a Einstein a formular las teorías de la relatividad especial y general, que sirvieron para corregir las incompatibilidades entre la mecánica newtoniana y el electromagnetismo de Maxwell. Constatada la constancia de la velocidad de la luz en el «vacio», introdujo la idea de un espacio curvo, donde las magnitudes dimensionales y temporales son relativas al estado de movimiento de los observadores, de forma que el tejido del «espacio-tiempo» hacía innecesario el éter. Se dice que Einstein demostró la inexistencia del éter pero, en realidad, sus teorías sirvieron únicamente para abandonar la idea de éter como «sustrato material universal». El éter debería entenderse desde entonces como un campo o una suma de campos en la línea del razonamiento de Faraday, de hecho, Einstein siguió refiriéndose al «éter electromagnético» y al «éter gravitatorio» después de formular sus teorías.
Más tarde, la mecánica cuántica introdujo varías hipótesis sobre la idea de un vacío con propiedades físicas con algunos equivalentes cuánticos del éter como son: la «espuma cuántica», el ZPE (energía del punto cero) o el ZPF (campo del punto cero). Por otro lado, ahora hemos constatado la expansión acelerada del universo y el antiguo término “quintaesencia” vuelve a usarse para postular un tipo de “energía del vacío” que intenta explicar esto como un campo repulsivo, si bien, algunas variantes se distinguen con el nombre de “kinescencia”, es lo que también conoce comúnmente como “energía oscura”.
Está claro que los físicos de hoy huyen del término “éter”, sin embargo, esta “sustancia inmaterial escurridiza” sigue postulándose de otras maneras, por ejemplo con la idea de “campo de Higgs” que está formado por los bosones de Higgs que lo inundan todo, haciendo que ese supuesto vacío esté, en realidad, muy lleno. La detección experimental de estas partículas en el CERN, en 2012, es la primera evidencia de la existencia de un «éter moderno», por eso, en la teoría de ruedas me refiero a él como el «campo H», aunque personalmente no estoy de acuerdo con el mecanismo de Higgs, según el cual la materia adquiere masa por interacción con este campo.
Además, existen varios indicios sobre la resistencia ejercida por el éter cuando nos desplazamos en el espacio. Uno de ellos es «la anomalía de las Poineer», que consiste en la constatación de que las sondas espaciales Poineer 10 y Poineer 11 están siendo frenadas por una fuerza exterior, fenómeno que también les ocurre a las sondas espaciales Voyager. Estos indicios pasarán a tener la consideración de prueba cuando se analicen todos los datos y se verifique la dirección de la fuerza de frenado. Otra evidencia contrastada por la experiencia con naves espaciales es que, cuando pretenden aprovechar el impulso gravitatorio planetario en sus recorridos, éstas son sobre-aceleradas inesperadamente. Con estas constataciones, es lícito suponer que existe un arrastre del campo debido a los desplazamientos de grandes masas en el espacio, algo que resultaba obvio para los defensores clásicos del éter.
Por si fuera poco, acabamos de enterarnos de que se han detectado inequívocamente las «ondas gravitacionales» predichas por Einstein, unas fluctuaciones que se propagan por el espacio como ondas, a la velocidad de la luz, igual que las ondas electromagnéticas. Esto ha sido posible gracias al experimento LIGO que en 2015 observó un suceso que tuvo lugar hace 1.300 millones de años (la fusión de dos agujeros negros en uno) y que sirve, al igual que las consideraciones anteriores, para reafirmar la existencia de un sustrato universal intangible, el «éter».
Constancy of speed of light (Reexamination)
Constancy of speed of light is not possible always. No, it will be possible limitedly in the following two events only. Btw, speed of light in mediums is not subject of this reexamination.
1) A measurement point and a light source are stationary in the same inertial frame. Distance between the two is within a few light seconds. Speed of light is c.
2) A measurement point is stationary in aether frame. Light propagated in aether is coming to this point. Distance from the light source is more than a few light seconds. Speed of light will be ≠c.
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Es cuestión de tiempo para que los físicos acecten el éter, pero los técnicos podemos utilizarlo para entender la materia y sus propiedades físicas.
Sin éter o medio de propagación en el espacio se vuelve difícil entender a la materia junto a sus cualidades de masa, inercia gravedad.. la energía y su propagación . .
El vacío lleno del medio de propagación o éter nos explica los comportamientos físicos que observamos.
Estamos en una etapa vivida por Galileo, entonces fue la existencia del universo,ahora es la existencia del éter, esperemos que la sangre no llegue al río y no se estimatice a nadie por creer o no creer.
No he llegado a entender qué es lo que quieres decir porque en esta ocasión el traductor de inglés no me ha sido muy útil, pero, con un poco de tiempo, leeré el texto del enlace que has dejado para ver si saco algo en claro de lo que parecen ser unas interesantes reflexiones tuyas. En todo caso, gracias por dejar tu comentario.
Bueno yo no dudo de la existencia del éter , debido a que , por naturaleza , toda onda necesita de un medio para propagarse y esto sin fórmula para entenderlo solo,el sentido común, no nos olvidemos que , en primer lugar están los hecho y las matemáticas las desarrollamos para , en principio, poder repetir un hecho, sin éter ni siquiera La Luz podría propagarse, es más un agujero negro no me cabe duda que no es ni más ni menos que un remolino del éter , que como todos podemos ver que, en el centro del un remolino no hay agua, en el centro de ese remolino no hay éter, por tanto ni La Luz pude pasar no es para mi que se la trague , si pudiéramos entenderlo, y supiéramos manejarlo podríamos utilizarlo como medio para desplazarnos, es más si analizamos fríamente la propagación de ondas electromagnéticas , veríamos que al circular por un conductor una corriente eléctrica se genera un campo magnético y ese campo magnético genera a su vez , un campo eléctrico, y este un campo magnético, ahora si no hay éter, cual sería el conductor que fue inducido por el campo magnético para generar el campo electrico, y así sucesivamente, si falta un medio no hay propagación y esto sin fórmulas matemáticas porque no me daria el 2+2=4 para explicarlo, no quiero faltarle el respeto a ningún matemático ni científico, solo me baso en que antes del 2+2=4 la piedra cuando la soltaba de mi mano , caía al piso sin ningún 9,81 mts/ seg^ 2. Gracias por darme la oportunidad de participar
Gracias a tí por usar este medio para expresarte. En efecto, para mí la idea de un Cosmos sin éter es muy difícilmente entendible y nos lleva irremediablemente a soluciones laberínticas alejadas de la realidad, como las que se proponen actualmente en física fundamental. Sin embargo, no estoy de acuerdo con la idea que has introducido de que en el centro de los «remolinos» de los agujeros negros no haya éter. Esa idea nos lleva a pensar en un vacío (sin éter) y eso puede dar alas a los que creen en el vacío cuántico, algo que no tiene ningún sentido físico natural sino únicamente matemático. En el interior de un fluido no compresible, más allá de la superficie, se dan situaciones vorticiales (remolinos si quieres llamarlos así) pero en su centro sigue habiendo fluido.