¿Y qué si existe el éter?

(Sigue de la entrada anterior de mi blog).

Imagen de Geralt
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Está muy extendida la creencia de que Einstein demostró que el éter no existe, sin enbargo yo me pregunto: ¿cómo puede demostrarse y refutarse algo siguiendo el mismo argumento? Me explico, el experimento de Michelson y Morley, cuyo resultado nulo contrarió a los científicos coetáneos, resultó ser en realidad otra prueba positiva más de la solidez de la teoría de la relatividad especial de Einstein, pero esto ocurrió después de que Lorentz y FitzGerald, al teorizar sobre el acortamiento de la longitud de los brazos del interferómetro, argumentaran en contra de la pretendida refutación de la existencia del éter partiendo de la misma lógica. ¿Estamos entonces ante algo paradójico? No, simplemente a la teoría de la relatividad especial, en lo referente a las distancias y el tiempo, le es indiferente la existencia o inexistencia del éter. Funciona igual. No ocurre lo mismo con la relatividad general, Einstein, después de formularla, habló abiertamente del éter electromagnético y el éter gravitatorio sin ningún complejo. Estaba convencido de su existencia, aunque seguía sin haber ninguna prueba de ello. Por fortuna, el avance tecnológico actual hace que hayamos podido observar ondas gravitacionales y la sobre-aceleración y el frenado de las sodas espaciales. No olvidemos que para «oir» ondas gravitacionales se usan interferómetros que son increíblemente más precisos que los de Michelson y Morley pero utilizan el mismo principio físico.

¡Vale…, ya tenemos varias pruebas y algunos indicios más de la existencia del éter! Pero, si parece que la física siempre lo ha tenido presente de una forma u otra, estático o dinámico, absoluto o relativo, materia sutil o campo, espuma cuántica o energía del vacío, con un nombre u otro… ¿Qué cambia ahora?

Para empezar, ahora podemos imaginar un nuevo éter (yo lo llamo “el campo H”) en cuyo seno pueden difundirse las ondas gravitacionales, lo que nos permite deducir, con mayor grado de verosimilitud que en el pasado, que sus dinámicas son equiparables a las de un fluido incompresible. Cualidad gracias a la cual hemos podido “oir” cómo se funden dos agujeros negros en uno, aun cuando este suceso ocurriera a 1300 millones de años luz.

Ondas
Imagen de Geralt

Por analogía, si pensamos en un fluido, recurrimos al agua y, si buscamos un símil de las ondas gravitacionales en el medio acuático, podemos pensar en las ballenas y otros cetáceos que aprovechan las cualidades físicas del entorno en el que habitan para comunicarse, con mensajes acústicos que recorren enormes distancias a gran velocidad en la inmensidad del océano, y para «ver» (por ecolocalización) incluso en condiciones nocturnas, profundas o de máxima turbidez.

Ballena
Imagen de tpsdave

Por otro lado, en el desarrollo de la nueva cosmovisión de la Teoría de Ruedas, especulo con la idea de que la intensidad de los campos gravitatorios esté directamente relacionada con la densidad del campo H (el nuevo éter) en cada punto del espacio, como explicación a los efectos de la fuerza de la gravedad.

Ciertamente puede parecer extraño pensar en un fluido incompresible con densidad variable pero, siguiendo con el símil acuático, para los que practicamos buceo es algo perfectamente natural que observamos muy a menudo. Digo “observamos”, porque podemos verlo y sentirlo. Estamos sumergidos mirando hacia abajo, en una zona con unos confortables venti-pocos grados centígrados, cuando la imagen del fondo se distorsiona. Es un mar dentro de otro mar, una masa de agua con diferente índice de refracción. Al cruzar esa superficie ondulante notamos como la temperatura baja bruscamente y el vello se nos eriza. Se trata de una “termoclina” una zona con mayor densidad y menor temperatura, que no tiene que estar necesariamente fluyendo y que aún no se ha mezclado con las capas menos densas y pesadas de la parte superior.

De igual manera, en el espacio, cuando miramos hacia zonas con un campo gravitatorio intenso, vemos como se desvía la luz de las estrellas que están detrás. Son las lentes gravitacionales descritas en la teoría de la relatividad. Un efecto perfectamente homólogo a la forma en que la luz se refracta en una lente material convencional e igualmente relacionable con la densidad del medio óptico, aunque en el caso del campo H estemos refiriéndonos a un sustrato inmaterial, el sustrato del que está hecha la propia luz.

Párate a pensarlo por un instante… ¿A que las lentes gravitacionales se entienden de manera más natural e intuitiva usando estas analogías que recurriendo al concepto de espacio-tiempo? Eso es porque la forma de cuantificar la densidad de un medio inmaterial en cada punto resulta demasiado abstracta para la mayoría. Tenemos que recurrir a descripciones matemáticas que, a veces, terminan fagocitando la intuición natural de las interacciones físicas con las que el cerebro humano se siente más cómodo. Un ejemplo de analogía que aún se conserva la encontramos, precisamente, en la teoría de la relatividad de Einstein, cuando se nos muestran gráficos explicativos sobre la fuerza de la gravedad y sus efectos en la rotación de los astros, donde se recurre a la imagen de una malla espacio-temporal bidimensional con una deformación más pronunciada en la tercera dimensión según el campo gravitacional sea más intenso en la posición de un objeto masivo. En este caso lo único que se ha hecho, para que se entienda, es sustituir una de las tres dimensiones espaciales por la cuarta dimensión invisible de la intensidad de la fuerza de la gravedad, pero démonos cuenta de que esta cuarta dimensión se refiere igualmente a la densidad del medio, por tanto éstos son dos conceptos equivalentes (gravedad = densidad del éter) e inversos al tiempo.

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Imagen de LMB
Resulta curioso constatar que todo en este universo, incluso el propio universo, tiende a girar en el mismo sentido. Podemos imaginar un campo H que se desplaza según giran las galaxias, los sistemas solares, los planetas, sus satélites, etc., de esta manera estaremos aproximándonos a la antigua imagen cartesiana de remolinos de éter; que debemos actualizar para entenderla en un contexto relativista, donde no existe un marco referencial privilegiado; pero que tenemos que considerar dadas las evidencias acumuladas.

estrellas en movimiento
Imagen de Unsplash

A un buzo que se haya sumergido en zonas con corrientes más o menos intensas, que se haya dejado llevar cuando éstas fluyen a favor de la marcha y que haya sufrido cuando las ha tenido en contra, le es fácil intuir por qué no es buena idea llevarle la contraria a las tremendas fuerzas que las dinámicas de un medio fluido en movimiento son capaces de transmitir y rápidamente entiende que es mejor nadar a favor de la corriente.

Buzo
Imagen de tpsdave

De la misma forma, también podremos empezar a intuir los efectos que producirán las fuerzas generadas por las dinámicas rotacionales extremas de los entes del mundo subatómico. Dinámicas que con gran éxito imaginó Maxwell en sus modelos mecánicos del éter electromagnético para los que utilizó, como analogía, un medio material fluido e incompresible. Los modelos fueron cambiando conforme fue depurándolos para intentar entender las líneas de fuerza en los campos de Faraday. Hubo un primer modelo de “remolinos” similar al de Descartes, otro al que llamó de “ruedas locas” y un último modelo de vórtices discretos e individuales inspirados por Thomson (Lord Kelvin) que, a su vez había surgido del teorema hidrodinámico del vórtice de su buen amigo Helmholtz y que bien podrían haber sido una idea anticipada de lo que posteriormente descubrió Planck, lo que Einstein llamó “los cuantos de luz”, es decir, los fotones.

George J. Stodart [Public domain], via Wikimedia Commons
James Clerk Maxwell. Imagen de George J. Stodart
Con las famosas ecuaciones de Maxwell, las interacciones electro-magnético-ópticas fueron explicadas en el marco de una teoría unificada que es capaz de predecir su comportamiento con precisiones asombrosas. También, sirvieron para cuantificar de forma correcta cuál había de ser la velocidad de la luz en el “vacío” y eso se consiguió mucho antes de que la tecnología permitiese medirla con precisión, lo que nos debe dar una idea aproximada de lo importantes y acertadas que fueron sus intuiciones sobre las dinámicas del éter.

Paradójicamente, las formulaciones matemáticas de la electrodinámica, que precisaron para ser creadas de la imagen mental de un éter dinámico y fluido, terminaron por hacer innecesario recurrir a esos modelos, sin embargo, ahora hemos hecho nuevas observaciones y tenemos más preguntas que solo con la electrodinámica no podemos responder, así que, tendremos que hacer el esfuerzo que sea necesario para imaginar un nuevo modelo que nos proporcione nuevas respuestas.

Con mi teoría se pueden dar explicación a muchas de esas cuestiones nuevas, y también a las antiguas, y lo mejor es que todo se basa en el principio de simplicidad. Únicamente precisaremos de dos grupos de fuerzas, las de la electrodinámica y las de la cromodinámica, para unificar la física del Cosmos con la física del mundo subatómico. Pero, como digo, hay que retomar el modelo dinámico del éter con el que se puede especular sobre la naturaleza y el origen de los fotones como parte del propio campo H y sus dinámicas fluidas.

Las implicaciones de esta forma de pensar son muy profundas, pues deberemos considerar que lo que hace la carga de color de las partículas materiales es unir muy fuertemente los quarks y también atraer débilmente a los bosones de Higgs del entorno, modificando de este modo la densidad del campo H y generando lo que conocemos por gravedad, lo que hace innecesaria la existencia de una partícula mediadora como es el «gravitón» que, por lo que yo intuyo, ni está ni se le espera.

Por otro lado, la carga eléctrica de las partículas materiales lo que hace es inducir al campo H circundante a rotar en un determinado sentido, de esta forma se transmite la fuerza electrostática en forma de energía cinética a través de los bosones de Higgs. De la misma forma, el campo magnético sería una consecuencia del desplazamiento de las cargas eléctricas, un efecto secundario que retuerce los flujos del campo H y que, a la inversa, también puede provocar el desplazamiento de las cargas eléctricas, si existe un campo magnético previo en el entorno. Y te estarás preguntando… Entonces ¿qué son y qué función tienen los fotones?

By Jahons Brad E, U.S. Fish and Wildlife Service [Public domain], via Wikimedia Commons
Los vórtices en el aire al paso de una aeronave, un efecto análogo al magnetismo. Imagen de Jahons Brad E
vortice
Imagen de skeeze

La respuesta que buscamos está en las «ruedas» que son entidades formadas por agrupaciones de quarks unidos en estructuras tridimensionales básicas. Su formación supuso el surgimiento de la materia brillante en el universo, porque sirvió para crear unos nuevos entes con unas dinámicas fluidas muy precisas y eficaces, los fotones, que solo las ruedas pueden producir  y solo ellas pueden aprovechar la energía de la que éstos son portadores.

Si quieres más detalles tendrás que leer mi libro pero, a continuación, te dejo un par de pistas.

fondo
Imagen de lpittman

3 comentarios sobre “¿Y qué si existe el éter?

  1. hola. que tal con el experimento que publico la revista nature en 1986 de la fuerza aerea de EEUU donde ellos concluyeron que el eter existe? Es dificil encontrar el artículo pero existe, es en el número 322 de la revista. Arriba el eter.

    1. Hola, gracias por el comentario. En efecto, no conocía el artículo al que has hecho referencia, pero existir, existe (https://www.nature.com/articles/322590b0); como el éter.
      Veo el entusiasmo que pones y creo que está justificado por el gran ninguneo que esta «sustancia» está sufriendo en el ámbito de la física fundamental. Pero el éter (o como quiera que se les ocurra denominarlo, en forma de eufemismo, para evitar llamarlo así) se está desquitando a lo grande; desquiciando a los físicos teóricos desde hace más de un siglo.

  2. Pues claro… A mi siempre me ha resultado más comprensible y lógica la concepción de la energía oscura como un campo (eter) de densidad decreciente en Bosones de Higgs … que la alternativa de tener que pensar en un precipicio cosmológico que «cae» hacia el «más lejos, más rápìdo»… por que sí… Aunque a fin de cuentas la sensación de catarata es la misma :-).. y demostrarlo es otra cosa.. y además pasan tantas cosas «por que sí» 🙂

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