Como consecuencia de las colisiones masivas inevitables, descritas en los apartados anteriores, una gran parte de las estructuras de quarks (mesones, copos y ruedas) quedan inservibles; no se desintegran en forma de energía, sino que se amontonan debido a los efectos gravitatorios y electrostáticos propios. Por eso, en contraposición a las estructuras funcionales de materia luminosa, es acertado llamar a estos cúmulos amorfos de quarks «materia oscura»; porque no disponen de ninguna cualidad que les permita interactuar con los fotones o seguir evolucionando. Son los desechos que, para ser reciclados deberán esperar hasta que un gran agujero negro los engulla. Por otro lado, observemos que los mesones primordiales y los copos no son materia brillante, por tanto, formarán parte también del cómputo de la materia oscura, en tanto no terminen de evolucionar con éxito, hasta constituirse en ruedas.
Ahora estamos en disposición de responder a la pregunta: ¿Podemos encontrar materia oscura en la Tierra? Pues, basándonos en la hipótesis anterior, lo único que deberíamos hacer es recolectarla de las paredes de los detectores, en los colisionadores, después de cada uso.
De momento, me centraré en la materia común, ya que la evolución de la antimateria debe entenderse análoga pero con momentos magnéticos contrarios y la materia oscura únicamente tiene importancia en el nivel cosmológico. Por tanto, ahora regresaremos al nivel subatómico y continua-remos con las preguntas fáciles de responder, pero cuyas respuestas son difíciles de asimilar -sobre todo, teniendo en cuenta toda la información, supuestamente bien contrastada, que hemos recibido previamente-, y nos cuestionaremos:
¿Qué son las ruedas?