La materia común y la antimateria

antimateria

 

Según se van plegando las columnas de copos para formar las ruedas, el sentido en el que giren, después de su liberación, hará que unas estructuras tengan helicidad R (dextrógira) y otras helicidad L (levógira); por lo que, cuando adquieran su momento lineal propio, unas se desplacen hacia el agujero blanco mientras que las otras lo hagan en sentido opuesto. La trayectoria de las primeras frena su impulso, restando el que ellas mismas generan, se alejan de «la nube de quarks» generadora de copos (descrita en la fase anterior) y, por tanto, minimizan la posibilidad de colisión con otras estructuras; las segundas ganan momento lineal, sumando su nueva autopropulsión, lo que las hace entrar de lleno en «la nube», donde serán aniquiladas por la «nevada» de estructuras de quarks. La simetría del «esquema general doble» hace que las ruedas supervivientes, de ambos semiespacios, tengan momentos magnéticos opuestos. A las del norte las llamaré “antirruedas”, pues, evolucionan como antimateria. Las «ruedas» del sur lo hacen como materia común. Esto explica por qué, en este lado del Cosmos, nuestro universo no parece contener antimateria. Sin embargo, esto no significa que ambas no puedan interactuar nunca, porque cuando los dos tipos de materia (en su forma más evolucionada de átomos y anti-átomos) se fueran condensando en el disco cósmico, debido a la atracción gravitatoria, se acercarían lo suficiente para interactuar y se destruirán mutuamente; pues, sus estructuras giran en sentido opuesto -están orientadas con polaridades magnéticas inversas-. Se atraen y sus palas chocan, provocando su descomposición y la liberación de sus almacenes energéticos en forma de radiaciones gamma.

No debemos descartar la posibilidad de que también pueda darse esta simetría en el nivel galáctico más evolucionado de ambos semiespacios.

 

 


 También puedes visitar la entrada de mi blog que trata este tema: antimateria vs. materia ordinaria