La evolución de la materia: del quark al átomo

evolucion de la materia

 

Comenzaremos la descripción de la evolución de la materia, tras el Big Bang, situándonos junto a los mesones. En paralelo a la dirección de su movimiento (inicialmente coincidente con las líneas del campo magnético primordial), en el mismo sentido y a su misma velocidad. Lo que evitará, al menos en las primeras fases, que tengamos que tener en cuenta los efectos relativistas. Esta forma de proceder, también nos permitirá prescindir de otras herramientas conceptuales complejas, como la función de onda. Pues, como ya he adelantado, la dualidad onda-corpúsculo será puesta en cuestión con esta teoría y, al menos en escalas iguales o superiores a la de los quarks, supondremos una existencia física concreta y permanente a las entidades materiales, por tanto, entenderemos que las partículas estarán localizadas en todo momento. Tampoco será necesario que hagamos distinción entre quarks y antiquarks porque, partiendo de varios mesones llegaremos a estructuras con múltiples triángulos equivalentes a los bariones, que actualmente se consideran constituidos únicamente por quarks; y porque, así evitaremos confundir el concepto de antipartícula y el de antimateria (ambos relacionados con la simetría del nuevo modelo cosmológico) -sobre este asunto daré explicaciones más adelante-.

 

Siempre que sea posible, apoyaré mis explicaciones en imágenes explicitas, para facilitar la comprensión de las ideas y para no marear con extensos textos al voluntarioso lector, al tiempo que intento disuadirlo de abandonar esta lectura. Por eso he elegido un código de colores que permite diferenciar claramente las fuerzas de la electrodinámica y de la cromodinámica. Así, el color amarillo, como color cálido, servirá para representar la energía electromagnética y sus cuantos, los fotones. A las cargas eléctricas le asigno los mismos colores que a los polos magnéticos (magenta = positivo = norte, cian = negativo = sur) que no son los establecidos en el estándar (rojo y azul, respectivamente), porque, en el nivel subatómico, también tenemos que tener en cuenta la carga de color, representada aquí con: rojo, verde y azul (en inglés: red, green y blue -RGB-). Sería confuso mantener los colores de ambos códigos. Por supuesto, ya debemos saber que hablar de los colores de las partículas, en el nivel subatómico, no tiene sentido y sus verdaderas magnitudes sobrepasan con mucho los límites de la imaginación humana. Por tanto, lo que ofrezco aquí es únicamente una visión geométrica y conceptual simple.

 

En las dos primeras fases de la evolución nos será fácil imaginar cómo se llegan a formar y cuáles son las cualidades de las estructuras bidimensionales y tridimensionales más pequeñas; pero serán las fases más especulativas, porque las observaciones en experimentos que simulen las interacciones de la materia y la energía, en condiciones similares, aún queda un poco lejos. Por tanto, para justificar mis hipótesis, recurriré a: la intuición, la lógica, la geometría y a unas matemáticas novedosas que se basan en la fractalidad y cuya simplicidad es tal, que estoy convencido que la naturaleza debe recurrir a ellas para ordenar desde lo más pequeño hasta lo más grande. Sin embargo, para no cansar al lector con las sutilezas de los análisis geométricos y matemáticos, si lo único que desea en su primer acercamiento a esta teoría es hacerse una idea general del modelo propuesto, y para no tener que ir adelantando continuamente aspectos que se desarrollan en fases posteriores de la evolución material, cuya descripción prefiero que sea en orden cronológico; he trasladado la descripción de estas matemáticas y la exposición de los resultados de los análisis teóricos a los anexos del final de este documento.

Confío en que, a partir de la tercera fase de la evolución de la materia, el lector reconocerá los distintos entes y sus interacciones con bastante naturalidad; pues, a partir de aquí, sí tenemos suficientes pruebas experimentales de los hechos en cuestión; de ahí que su formulación matemática no sea necesaria en ese momento; porque, como dijeron Albert Einstein y Leopold Infeld en su libro «La evolución de la física»:

«Las ideas fundamentales desempeñan un papel esencial en la formación de una teoría física. Los libros de física están llenos de fórmulas matemáticas complicadas. Pero son los pensamientos e ideas, no las fórmulas, los que constituyen el principio de toda teoría física. Las ideas deben, después, adoptar la forma matemática de una teoría cuantitativa, para hacer posible su confrontación con la experiencia.»

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Albert Einstein y Leopold Infeld


 

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